La ley ha sido aprobada en el Senado con 61 votos a favor y 36 en contra, con el apoyo, por tanto, de parte de los senadores republicanos. Ese respaldo bipartidista refleja el amplio apoyo social al matrimonio homosexual y permitió a la norma hace dos semanas superar el umbral de 60 votos necesario para someter una iniciativa a votación, impidiendo así el bloqueo por filibusterismo. Tras la aprobación por parte del Senado, la norma debe ir a la Cámara de Representantes, que tiene mayoría demócrata hasta que se constituya el nuevo Congreso, a principios de 2023. El plan de los demócratas es someterla a votación allí cuanto antes que el presidente, Joe Biden, pueda firmarla para que entre en vigor.
La nueva norma no establece el matrimonio homosexual como un derecho federal aplicable en todo el país, pero sí que impide que se pueda discriminar a un matrimonio porque los dos miembros de la pareja sean del mismo sexo. Así, en caso de que el Supremo llegase a revocar su doctrina, los Estados podrían impedir a las parejas homosexuales casarse en su territorio, pero no podrían discriminar a las que se casen legalmente en otro Estado. No es un blindaje completo, pero es la solución de compromiso alcanzada, junto a otras concesiones, para lograr el apoyo de suficientes senadores republicanos.
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