A veces los gatitos tienen la inquietud de explorar otras situaciones y llegan a desaparecer por días de sus hogares, sin embargo este gato lo que hizo fue encontrar otra casa, lo que ocasionó un pleito legal de miles de dólares.
Ante las prolongadas ausencias de su gato, una psicoterapeuta londinense lanzó una investigación que acabó en una batalla judicial, que costó a ambas partes montones de dinero, para prohibir a su vecina alimentar al felino infiel, informó AFP.
Ozzy, un gato gris y blanco residente en el adinerado barrio Brackenbury Village, regresaba de cada una de sus escapadas con la barriga llena y el pelo sedoso.
Para resolver el misterio, en 2015, su propietaria, cuya familia estaba muy triste por su ausencia, equipó al animal con un collar GPS que desveló su vida secreta: pasaba las horas en casa de una vecina.
En ocho ocasiones la psicoterapeuta encontró a Ozzy con un collar donde, bajo las palabras “mi casa”, aparecía el número de teléfono de la vecina.
Ésta se defendió diciendo que no hacía nada malo y que el animal era una criatura sensible. "Es amado y mimado, está muy apegado a su territorio y a mí", escribió en una carta a la dueña del felino. A lo que la psicoterapeuta respondió: “No es tu gato y no te lo vamos a dar”.
Los propietarios recurrieron a un reputado abogado para intentar prohibir a la vecina que alimentara a la mascota, iniciando una batalla legal que en total costó a ambas partes más de 26 mil dólares (373 mil 184 pesos).
Tras varios años, finalmente llegaron a un acuerdo, por el cual la vecina aceptó limitar sus interacciones con el animal.
En Tamaulipas se presentó un caso similar el año pasado, en que un gato tenía dos casas: en una era llamado Pixi y en otro Huarache. La historia se hizo viral
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